Mercedes Neuschäfer-Carlón


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Mercedes Neuschäfer-Carlón

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Yo creo que para escribir para los chicos ha de sentirse la casi necesidad de hacerlo y gozar también cuando se hace. Y esto lo consigue solamente quien conserva muy claro recuerdo de sus sensaciones infantiles y, volviéndose en parte niño, disfruta escribiendo. Cuando a Erich Kästner, autor muy apreciado también de libros para adultos, pero que gran parte de su producción se dirigía a los chicos, se le preguntó por qué les dedicaba tanto de su obra - y en esta pregunta se escondía un poco la cuestión de si un gran autor debía perder parte de su tiempo en la literatura juvenil-, Kästner contestó que esto lo puede pensar solamente alguien que ha olvidado lo que un niño es.

Y es que el niño es un personaje sumamente interesante, abierto a todo, con el deseo - y la necesidad también - de oír historias, de ir entendiendo el mundo que le rodea y comprender mejor a los otros y a sí mismo. El niño es capaz de entender y sentir muchas cosas; pero estas cosas deben estar dentro de una historia atractiva para él y han de contársele además de manera que pueda con facilidad entenderlas y así disfrutarlas.

En la época en que yo empecé a escribir, comienzos de los años setenta, muchas historias se habían creado en función de una 'moralina' y eran rancias, aburridas. No todas. Citaré algunos autores que, en la época del franquismo, escribieron libros inteligentes, sensibles y atractivos para los chicos: Carmen Kurtz con sus aventuras de Oscar; Ana María Matute con narraciones poéticas como "El polizón de Ulises"o "Paulina, el mundo y las estrellas" Gloria Fuertes con su sorprendente simpatía y originalidad (por ejemplo en "Cangura para todo"), Josep Vallverdú...


Mi primera novela fue "La cabaña abandonada", que obtuvo el premio AMADE (Association mondiale des amis d'enfants) que fue, en 1975, el premio más dotado en España. Y ya antes, en el 74, había quedado finalista del Lazarillo mi original "Una fotografía mal hecha".

"La cabaña abandonada" está pensada para los niños que comienzan a leer por su cuenta. Había observado cómo, en esta edad, se tiran casi sólo sobre los comics- mi hijo andaba en ellos y era difícil llevarle a otra lectura- y he querido escribir una novela con mucho diálogo, pocas descripciones y en la que sucediesen cosas del gusto de los chicos y que, a la vez, tuviese algo más que un comic. Se publicó primero en alemán y luego en España en la colección infantil/ juvenil de Alfaguara. La acción comienza en Alemania y continúa en Africa, donde Michael, su protagonista, descubre con su amiga Anette una cabaña abandonada a la que más tarde llevan y en ella esconden un pequeño cachorro de león. Hay momentos divertidos, tiernos, también de peligro. No faltan emociones en el libro... Sé de niños, tanto en Alemania como en España, que fue ese el primer libro que leyeron con gusto.

En la misma línea, pero ya para chicos un poco mayores, están mis dos siguientes libros: "En la guarida secreta" y "Una fotografía mal hecha", historias algo más largas y complicadas. Son ambas novelitas policiacas, lógicas en su desarrollo y sin crueldades. La primera recoge el ambiente de un barrio en las afueras de una ciudad alemana y, aparte de la intriga, se describen en ella relaciones entre chicos: amistades, rivalidades; enemistades también. Son co-protagonistas con Peter: Jürgen, el niño mimado, Thomas y su hermana Karin, algo mayor que los chicos, por la que Peter siente cierta admiración y es la 'cabeza' de la pandilla. Aparece el problema de las drogas, no visto desde la perspectiva del adulto y con el dedo levantado, sino de la de los mismos chicos que reflexionan sobre él.

En "Una fotografía mal hecha" se refleja la atmósfera de un Instituto bilingüe con las relaciones entre profesores y alumnos; de los chicos entre sí y la de los protagonistas con un par de gamberros, ya mayores, que tratan de tiranizarlos. Tiene también a Peter como protagonista, pero con él colabora todavía un grupo de chicos. Cada uno tiene su carácter y su función en la novela. La intriga policiaca está aquí en el secuestro de una niña pequeña muy rica.

Escribiendo estos libros me fui dando cuenta de que, también dentro de una novela de aventuras o policiaca, hay ocasión de hablar a los chicos de muchas cuestiones, cuestiones que me parecen importantes y de las que no va a hablarles un comic o un juego de ordenador.

Después escribí "Tarde de cuentos", colección de cinco narraciones. Recuerdo que entonces se hizo, en Alemania sobre todo, una crítica muy fuerte de los cuentos tradicionales.Aunque a mí, de niña, me habían gustado mucho algunos, tenía que reconocer que, en parte, con sus ideas tampoco estaba de acuerdo, y quise entonces escribir unos cuentos -¡no, por Dios, anticuentos! - que conservasen el encanto y la fantasía de los tradicionales pero que sorprendieran con ideas distintas, más cerca de la sensibilidad de hoy. En ellos, por ejemplo, las protagonistas -princesas o no - no siempre son obedientes, y tienen su propia personalidad. Tampoco es el príncipe más rico ni el más valiente (de esa absurda valentía, que a veces aparece en los cuentos) el que consigue el amor de la bella - o no tan bella - princesa. Y también aparece en ellos elementos de la tradicción asturiana en la narración de "Las xanas del río".


Después de estos cuentos volví a la novela y, aunque mis libros de aventuras y policiacos tenían éxito y gustaban a los chicos, quise seguir otro camino: partir de una idea que a mí me parecía importante transmitir, y construir alrededor de ella una historia atractiva. Aunque, como ya dije, también en otras hacía ver a mi lector algunas cosas, pensaba que el chico que lee una novela de aventuras o policiaca va ante todo tras la acción, tras la intriga, queriendo saber lo que pasa, y así las ideas pueden quedar desapercibidas, olvidadas.

En "Berland, la ciudad escondida", cuyo protagonista es Carlos, un chico español en un ambiente extranjero, trato de liberar un poco al joven lector de esa casi exigencia de triunfar, de ser el primero, que le obliga a tener que vencer siempre. Y luego, como adulto, le llevará a desear poseer cada vez más, olvidándose de los otros y también de sí mismo. Además ese afán desmedido trae como consecuencia estar siempre descontento porque hay otro que ha alcanzado más...

Mi libro siguiente, "Antonio en el país del silencio" (el país del silencio es Alemania), habla de la dificultad, pero también de la posibilidad de entendimiento entre culturas distintas, entre edades diferentes que se complementan.

"Violín y guitarra" se desarrolla en España. En él hay un contraste entre dos ambientes y dos chicos. Luis Felipe es un niño rico, inteligente, con mucha fantasía, pero tiene miedo de muchas cosas y un excesivo amor propio. Luis Felipe toca ya muy bien el violín y querría llegar a ser un gran concertista, pero a la vez teme no poder conseguirlo. - Andrés, en cambio, vive en un barrio pobre; su padre está con frecuencia en el paro, su madre se ha ido, pero Andrés es un chico valioso y lleno de ánimo. Su gran ilusión es llegar a tener una guitarra. Luis Felipe y Andrés se encuentran casualmente un par de veces en las que se hacen casi amigos, y por el gran amor de los dos a la música llegan a apreciarse mutuamente. "Violín y guitarra" está traducido al francés y también al alemán.

"El yate blanco" comienza y termina en Asturias. Su protagonista, muy pequeño aún, es raptado por una pareja joven con mucho dinero y pocos escrúpulos, que le lleva en su yate. No es con ellos feliz, le sobra el dinero que en su casa escaseaba a veces; pero le falta el cariño, la dedicación que sus padres le daban.

Después de muchos años y aventuras, consigue encontrar de nuevo el camino a su tierra gracias al recuerdo de algunas características geográficas y climáticas y también de un par de palabras que aún puede recordar de su dialecto.

"Mefi, Sata y Monio"- el título es una divertida abreviatura de Mefistófeles, Satanás y Demonio- es una narración distinta. En ella se mezcla el terror, cosa que sin duda atrae mucho a los chicos, con el humor. Este libro tiene dos lecturas: los niños se divertirán - y temblarán - con las maldades de estos tres endemoniados protagonistas; los mayores, las mujeres sobre todo, intuirán y entenderán en él bastante más.


El último libro para chicos de 10,11, 12... años, que he publicado en España, fue "Tras los muros". Es una historia contada por Hugo, su protagonista, y habla de problemas del mundo de hoy: la falta de tiempo de algunos padres, el consumo, las 'marcas', los ordenadores, la falta de vocabulario y pobreza de expresión de los chicos...Y también - de esto no suele hablarse - de la responsabilidad que ellos a veces tienen en la separación de los padres. Pero todo ello dentro de una historia emocionante y divertida. Incluso con espectros que viven tras los muros y saben de otros tiempos. Está traducida al alemán y se lee, lo mismo que "Violín y guitarra", aquí en colegios e institutos. En España,en cambio, en este momento, no se puede conseguir. Está el libro agotado en la colección de Grijalbo/Mondadori, que ya no existe, y también en el "Círculo de Lectores" que lo editó poco después.

Y a la vez he comenzado a escribir también para los más pequeños - resultado, en parte al menos, de tener un nieto: Luis, ahora seis años.Tres álbumes ilustrados he publicado ya en Alemania: "Die verlorene Mama" (La mamá perdida); "Der blaue Umhang" (La capa azul) y "Piraten haben keinen Schnuller" (Piratas no usan chupete). Estas historias las he escrito directamente en alemán, soy capaz de hacerlo así para los chiquitines. Y en España el pasado año apareció "Dani y Dino", Everest y ahora "Plumbito no quiere crecer" en SM.

Para terminar hablaré de "La acera rota" que, por los adultos, está considerado como mi mejor libro. Esta novela, bastante más larga, trata de la infancia y tiene como protagonista una niña pequeña; pero no es un libro infantil. Su lector ha de tener, al menos, unos catorce años. Algún 'fan' mío me ha escrito: "Es el libro tuyo que menos me ha gustado, no lo entiendo bien." Eso, con diez u once años. Luego, ya con catorce, me ha escrito una chica a la que tampoco le había gustado antes: "Volví a leer 'La acera rota', y ahora sí que la he entendido y me ha gustado. Es el libro que más me gusta de todos los que he leído." - En él he querido hablar de las primeras sensaciones del niño ante el mundo. Contar de un tiempo en el que aún le faltan palabras para expresar lo que piensa, lo que siente. Elena, su protagonista, va viendo el mundo que la rodea y sintiéndolo, libre aún de anteriores experiencias y clichés. La narración recorre, desde su punto de vista, la historia de España alrededor de la guerra civil y lleva a conocer una época y una sociedad cuyas huellas perduran en la España actual.El lugar donde se desarrolla la mayor parte de su acción es Oviedo.

En mis libros hay estilos muy diferentes. El de las de aventuras y policiacas es distinto del de los cuentos. El de los libros emotivos y algo poéticos como "Berland..." o "Antonio en el país del silencio" totalmente diferente del de "Mefi, Sata y Monio", ese cuento de humor y de terror. Y "Tras los muros", contada en primera persona por Hugo, once, doce años, se acerca al lenguaje y a la forma de narrar de un chico de esa edad.

Al empezar a escribir un libro, lo que más me cuesta es encontrar el estilo. "La acera rota" quise, al comienzo, escribirla también para niños; pero pronto me di cuenta de que ese libro tenía que escribirlo de otra manera.


Ultimamente he terminado una segunda parte de "La acera rota", que titularé probablemente "La primavera no reía" y he escrito una novela, esa para mayores, sobre un grupo de chicas en un Colegio Mayor de Madrid a mediados de los años cincuenta.

Forman estas tres novelas una trilogía.

Como traductora en el campo de la literatura juvenil, he re-creado, para Anaya, diez historias de Wilhelm Busch - entre ellas "Max und Moritz" y "Plisch und Plum" son las más famosas, que, desde generaciones, conocen todos los niños alemanes - , conservando en castellano la misma rima pareada consonante y el ritmo de los versos originales.

Quizás tenga que pedir perdón por algunos valores que aparecen en mis historias. Estos valores, sin embargo, se muestran solamente, nunca se imponen. Y el chico puede aceptarlos, si le convencen, o dejarlos de lado si es que no le parecen bien.

De todas formas, en encuentros que he tenido con jóvenes, he visto que, en general, no les disgustan. Ni a los españoles, ni a los alemanes.Y es que no son aquellos valores que limitaban al chico y menos aún que quieren someterle, sino más bien liberarle, orientarle....

Los valores morales no están hoy de moda. Sin embargo, yo creo que ahora más que nunca es necesaria una directriz y una reflexión crítica sobre el mundo que nos rodea. Y ¿dónde puede haber mayores posibilidades de crear, con ayuda de la fantasía, alternativas a lo que nos disgusta y nos preocupa que en un libro juvenil?

(Revista "Platero", octubre 2001)


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